lunes, 14 de noviembre de 2016

Toda la atención sobre un Rascacielos.



El seguidor de los deportes sabe que la reputación, la fama y la grandeza toman mucho tiempo y tragos amargos para edificarse, y a su vez, esta puede desmoronarse con la facilidad que el viento hace caer las hojas en otoño. Pero el béisbol pinareño conoce por su gloriosa y afanosa historia, que a diferencia del aficionado, está el fanático; ese que es un amnésico crónico. Fácil de convocar al jolgorio con cada promesa o victoria, propenso a la cólera cruel tras cada derrota y azarosamente disperso en cada esquina. 

Un ejemplo de esa historia gloriosa de la pelota vueltabajera es Pedro Luis Lazo. Alguien que sembró durante muchos años cientos de momentos memorables desde las colinas de los martirios del Capitán San Luís, del Latinoamericano,el Victoria de Girón, el Atlanta-Fulton County Stadium, El Hiram Brithon y El PETCO Park. Todos ellosplasmados en la memoria de los aficionados del beisbol cubano para oxigenarnos la mente con el recuerdo alegre cuando nos rodea la tristezadel presente.

El Jíbaro, como se le conoce desde que a puro sacrificio empezó a edificar una historia a la altura de las estrellas, ha sido designado para dirigir el equipo de Pinar del Río en la temporada número 57 de la pelota cubana. Las autoridades competentes le han convocado de relevo con una bola calienteen un terreno desconocido para él. Quizás, manejando a su favor ese carisma auténtico, su voluntad desafiante y su compromiso con la tierra que lo vio nacer, para revitalizar un béisbol talentoso, pero ya contagiado de mala forma por las calamidades que fustigan a la pelota cubana.

Si en algo coinciden aficionados, fanáticos y muchos especialistas, es que la mejor opción para dirigir el equipo vueltabajero a la venidera campaña debería ser Alfonso Urquiola. Hombre con una filosofía definida en la disciplina, el compromiso con el equipo y el pueblo,desde sus campeonatos en las Ligas de Desarrollo, y pulido en las campañas inolvidables de 1998, 2011 y 2014. Todas revitalizadoras para este gigante del béisbol cubano cuando pasaba por estadosde extrema gravedad.

La figura de Pedro Luis Lazo para el deporte cubano tiene la altura de un rascacielos. De esos que cuando lo miramos parece que vivimos en una cajita de fósforo. Por tanto no es difícil pensar que la motivación de la tropa y sus seguidores está asegurada en principio. Suficiente para desviar la atención sobre Urquiola y el resto de los problemas que azotan a la pelota en Pinar del Río.

Pero: ¿Qué sucederá cuando Lazo tenga que enfrentar la complejidad que representa dirigir? Algo que no se aprende en un día, para lo que se necesita un talento especial y no vale la promesa de: …”no te preocupes que nosotros te ayudaremos”… ¿Cómo asimilarán los jugadores, veteranos y novatos, el cambio de colega jovial, aparentemente despreocupadoy superhéroe ocasional, a guía ejemplar? Sobre todo en un momento tan delicado para nuestra pelota. ¿El cónclavedepuró fríamente la idea, o el calor desesperado y emocional promovió este consenso de 180 grados?

Peor resultado que el de la temporada 56, Lazo no va a tener. Le deseo y le deseamos toda la suerte del mundo. Nuestro apoyo no le va a faltar. Lo que más nos preocupa a muchos es que el mutuo acuerdo dinamite los cimientos de este místico rascacielos de nuestra pelota. Que sean los fanáticos que habitan en las cajas de fósforos los que enciendan una llama abrazadora que termine torciendo las columnas que sostienen la venerable imagen del mejor lanzador de las Series Nacionales.