La presentación de la selección nacional cubana de fútbol
frente al Cosmos de Nueva York de la NASL (Liga de la Asociación Nacional de
Fútbol), nos dejó una perspectiva más real de donde nos
encontramos en el cosmos futbolístico, después de correr en canchas quijotescas
tras la excelente y sobrevalorada (vale esta valoración) actuación de los Juegos Centroamericanos de
Veracruz.
Un equipo de segunda división de Estados Unidos, muy lejos de
ser una referencia futbolística, nos goleó por 1-4. Esa es la primera y más
fuerte anotación para la libreta técnica. Desde aquí, la deconstrucción de la
demostración que nos brindó el Cosmos de Pelle y Raúl.
En la cancha vimos un equipo con jugadores de un nivel
regular, con potencialidades de tercera línea mundial (Liga Adelante, Segunda B,
Serie B y C o Bundesliga 2 y Liga 3), en la que pudieran jugar varios de
nuestros atletas (Ariel Martínez, Jorge Luis Corrales, Andy Baquero, Sandy
Sánchez, Alejandro Guerra y otros que faltaron como Yórdan Santacruz o Daniel
Luis Sáenz) y no lo hacen por los años de aislamiento y la lentitud en el
trabajo burocrático que le lleva a la Federación y Comisión Nacionales de
Fútbol dar el paso ante la Dirección Nacional de Deportes para que sus atletas
sean contratados en el exterior con regularidad; sin que sean ellos los que se
busquen la vida a cuenta y riesgo.
Pero también vimos a un conjunto con una disciplina
táctica bien trabajada, como debe ser para un equipo que se prepara todos los
días, por un entrenador (Giovanni Savarese) que aprendió a estudiar su deporte desde una panorámica
actual y con recursos, para de esa manera establecer su formación y cuerpo
técnico según sus necesidades y posición jerárquica. Lo cual es una diferencia notable
con nuestro equipo que basa su selección en cuanto a méritos y asociaciones
logradas en la línea de fuego que representa el campeonato nacional y los
eventos internacionales.
En la Habana aterrizó,junto al equipo que aspira a llegar a
la MLS y ser el tercero de Nueva York, un ejército de directivos, asesores,
periodistas de varios medios de comunicación, guardaespaldas e invitados del
Cosmos que marcaron el terreno de: “…nosotros hacemos deporte y ustedes
evolucionan hacia este concepto desde lo que conocemos como actividad física…”
Pues como un espectáculo más, lleva recursos e inversión para
generar ganancias y así mantener la exigencia competitiva; ya que si no se
tratara de competir para demostrar una superioridad, entonces no tratemos de
lidiar en este mundo.
El Estadio Pedro Marrero de la Unión Atlética de Cuba en la
Habana fue colmado por miles de aficionados quienes bajo una llovizna
pertinente, que ablandó el terreno, entraron como estampida en varios
momentos debido a que las puertas de la instalación se abrieron 2 horas antes
de que comenzara el choque.
Por los pasillos encharcados en el agua que se
filtró desde el tejado se trasladaron los aficionados buscando un lugar donde
sentarse con sus bebidas y alimentos proporcionados por los diferentes puestos
de ventas colocados bajo estas condiciones.
Desde esas mismas gradas, los jugadores de las selecciones
nacionales de fútbol que entrenan y viven en la academia nacional de fútbol en
el estadio Pedro Marrero, vieron en la distancia al ídolo brasileño y mundial
Pelé, saludar por un minuto al público desde el balcón donde se encontraban
amigos e invitados de los directivos de nuestro fútbol para también ver a esa
reconocida figura mundial.
Si a todos esos puntos le añadimos por costumbre el
funcionamiento erróneo de la defensa en los goles rivales, el trabajo torpe del
mediocampo en marca, como sobre un Raúl que trotó todo el juego y gestó el
ataque de su equipo; la ausencia de sinapsis en la creación y finalización de
las varias jugadas de ataque que se lograron, completamos la fórmula del 1-4
sobre una selección que vuelve a dirigir Raúl González Triana basada en su
equipo mundialista sub-20 y bronce centroamericano sub-21, y que ahora debe
luchar en la eliminatoria hacia Rusia 2018 ante las selecciones mayores de la
CONCACAF.
Es muy positivo el encuetro por la siginificación deportiva, social y política que tiene para los cubanos pero Triana, el técnico de mejor trabajo en el país y pupilo del peruano
Miguel Company, deberá cargar sobre sus hombros el destino de la selección
mayor de Cuba en un área convulsa por los escándalos de la FIFA y que ahora
tras la dimisión del benefactor Josep Blatter tiene un horizonte difuso para seguir definiendo nuestro lugar en el cosmos del fútbol.