viernes, 24 de mayo de 2013

52 SNB: Después de la frustración

Para alguien que dedique su trabajo a escribir o comentar sobre deportes, siempre resulta más cómodo hacerlo cuando se trata de victorias, como dicen los abuelos “las veces que perdí que las cuente otro”.
 
Si la cosa es de pelota, y Pinar del Río el centro del asunto, entonces la historia es diferente, porque tanto aquí como en la capital, Santa Clara o El Cobre, se juega para ganar el campeonato sin importar el equipo que tenga la provincia en el momento que sea. Lo demás, es metafísica.
 
Por eso analizar el desastre que significó la 52 Serie Nacional de Béisbol para el equipo vueltabajero, sobre todo en la segunda vuelta, es un ejercicio torturador debido a que el pinareño de hoy no está “diseñado” para soportar tanta frustración.
 
Pero para algo me pagan, así que allá voy.
 
Sería bueno comenzar precisamente con la afición que apoyó, hasta que pudo su paciencia y un poco más, a estadio lleno, sin vacilar, pese a iniciar la segunda fase en el octavo puesto; si no que hable el “Industriales”, víctima de la presión que le metió el público entrada tras entrada.
 
Lamentablemente el efecto duró poco, y ya al final del calendario apenas 100 o 200 personas frecuentaron el “Capitán San Luis”; unos por costumbre, otros porque son los de verdad, y algunos porque simplemente no tenían otra cosa que hacer a la una de la tarde.
 
Últimamente ganar un juego de pelota mutó de ser algo habitual a convertirse en noticia para los pinareños. La pregunta diaria de los aficionados por la calle era: “¿Cuánto a cuánto perdimos hoy?”.
¿Qué pasó con Pinar? ¿Cómo se pasa de ser un equipo con fuerza y opciones, a uno más, no del grupo de los mejores, sino de los que no deben estar en la elite?
 
En primer lugar hay que decir que el grupo que dirigió Giraldo González no pudo con ninguno de los siete primeros en su enfrentamiento particular, perdió ante todos, así de simple.
 
Fuera del “San Luis” fue un juguete que pasó de mano en mano, el “punching bag” de la liga, con un balance bochornoso de dos triunfos y 19 derrotas en la carretera solo en la segunda vuelta. En sentido general lo hicieron para 12 victorias y 33 fracasos. Sin comentarios.
 
Bate en mano, las estadísticas son frías, pues si bien el average ofensivo fue superior a la media, Pinar del Río apenas impulsó al 21 por ciento de los compañeros que encontró en posición de anotar, entre los peores en ese aspecto.
 
Sumen a ese dato que el resto de los elencos colocó en tercera y segunda almohadillas a más de 500 corredores cada uno y los nuestros sufrieron para poner a 400 hombres a 180 pies del plato; sencillamente los verdes amenazaron menos que los demás y aprovecharon peor sus oportunidades.
 
El pitcheo perdió el rumbo, a tal punto que los abridores ganaron tres desafíos en el curso actual y perdieron 15, con ningún aporte triunfador de Erlys y Julio Alfredo; en general nuestro staff trabajó para 4.85 carreras limpias por cada nueve entradas y los bateadores rivales le conectaron por encima de 280, el más castigado de todos.
 
Solo la defensa lo hizo bien, pero de los tres aspectos del juego quizás sea este el más parejo entre los contendientes, por lo que Pinar no pudo siquiera apoyarse en ese punto.
 
No obstante, los números ayudan a entender una parte del problema, pero no van a la esencia del mismo, ya que muchas de estas estadísticas crecieron o decrecieron, desde el punto de vista que se mire, al final del torneo, cuando ya Pinar había entregado las armas varias jornadas antes.
 
Para la mayoría, entre los que me incluyo, tanto en la campaña anterior como en esta, los verdes perdieron la esencia que los llevó al título en la Serie de Oro; aquel team que desbordó a los contrarios a base de entrega, disciplina, y mucha “bomba”, quedó en el olvido.
 
Ganarle a los nuestros un juego chiquito en la 50 Serie Nacional lucía utópico para los contrarios, sin embargo, en esta temporada de 37 partidos decididos por una diferencia menor de dos carreras el balance total fue de 16 y 21; entre ellos 10 extrainnings, de los que se ganaron cuatro con seis fracasos.
 
En total el equipo perdió 17 partidos por una anotación, varios de ellos con ventajas desperdiciadas en el último tercio.
 
Si además de fallar la ofensiva y el pitcheo, la táctica tampoco funciona, entonces nada queda por hacer, solo observar resignados como jornada tras jornada las decepciones se acumulan en un saco que al parecer no tiene fondo.
 
De una forma u otra, la versión 2012-2013 de Pinar del Río, se las arregló para completar la segunda peor temporada histórica para un primer elenco vueltabajero en series nacionales, un legado que cada uno de los jugadores y técnicos llevará a rastras por mucho tiempo en su carrera deportiva.
 
Pero el orgulloso fanático pinareño también sufrió, y respondió a su forma, porque la afición rara vez se equivoca; al final las gradas del “San Luis” mostraron su dureza en todo su esplendor, no por el concreto de su estructura, no contra los clásicos rivales, sino contra los colores que siempre defendieron, y eso, señores, no es metafísica.

Escrito por Glauber García Lara para Guerrillero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario