El seguidor de los deportes sabe
que la reputación, la fama y la grandeza toman mucho tiempo y tragos amargos
para edificarse, y a su vez, esta puede desmoronarse con la facilidad que el
viento hace caer las hojas en otoño. Pero el béisbol pinareño conoce por su
gloriosa y afanosa historia, que a diferencia del aficionado, está el fanático;
ese que es un amnésico crónico. Fácil de convocar al jolgorio con cada promesa
o victoria, propenso a la cólera cruel tras cada derrota y azarosamente
disperso en cada esquina.
Un ejemplo de esa historia
gloriosa de la pelota vueltabajera es Pedro Luis Lazo. Alguien que sembró durante
muchos años cientos de momentos memorables desde las colinas de los martirios
del Capitán San Luís, del Latinoamericano,el Victoria de Girón, el Atlanta-Fulton County Stadium, El Hiram
Brithon y El PETCO Park. Todos ellosplasmados en la memoria de los aficionados
del beisbol cubano para oxigenarnos la mente con el recuerdo alegre cuando nos
rodea la tristezadel presente.
El Jíbaro, como se le conoce desde que a puro sacrificio empezó a
edificar una historia a la altura de las estrellas, ha sido designado para
dirigir el equipo de Pinar del Río en la temporada número 57 de la pelota
cubana. Las autoridades competentes le han convocado de relevo con una bola
calienteen un terreno desconocido para él. Quizás, manejando a su favor ese carisma
auténtico, su voluntad desafiante y su compromiso con la tierra que lo vio
nacer, para revitalizar un béisbol talentoso, pero ya contagiado de mala forma por
las calamidades que fustigan a la pelota cubana.
Si en algo coinciden aficionados, fanáticos y muchos especialistas, es
que la mejor opción para dirigir el equipo vueltabajero a la venidera campaña
debería ser Alfonso Urquiola. Hombre con una filosofía definida en la
disciplina, el compromiso con el equipo y el pueblo,desde sus campeonatos en
las Ligas de Desarrollo, y pulido en las campañas inolvidables de 1998, 2011 y
2014. Todas revitalizadoras para este gigante del béisbol cubano cuando pasaba
por estadosde extrema gravedad.
La figura de Pedro Luis Lazo para el deporte cubano tiene la altura de un
rascacielos. De esos que cuando lo miramos parece que vivimos en una cajita de
fósforo. Por tanto no es difícil pensar que la motivación de la tropa y sus
seguidores está asegurada en principio. Suficiente para desviar la atención
sobre Urquiola y el resto de los problemas que azotan a la pelota en Pinar del
Río.
Pero: ¿Qué sucederá cuando Lazo tenga que enfrentar la complejidad que
representa dirigir? Algo que no se aprende en un día, para lo que se necesita
un talento especial y no vale la promesa de: …”no te preocupes que nosotros te
ayudaremos”… ¿Cómo asimilarán los jugadores, veteranos y novatos, el cambio de
colega jovial, aparentemente despreocupadoy superhéroe ocasional, a guía
ejemplar? Sobre todo en un momento tan delicado para nuestra pelota. ¿El cónclavedepuró
fríamente la idea, o el calor desesperado y emocional promovió este consenso de
180 grados?
Peor resultado que el de la temporada 56, Lazo no va a tener. Le deseo y le deseamos toda la suerte del mundo. Nuestro apoyo no le va a faltar. Lo que más nos preocupa a muchos es que el mutuo acuerdo dinamite los cimientos de este místico rascacielos de nuestra pelota. Que sean los fanáticos que habitan en las cajas de fósforos los que enciendan una llama abrazadora que termine torciendo las columnas que sostienen la venerable imagen del mejor lanzador de las Series Nacionales.