Aún no termina la liga cubana de pelota en su más reciente versión y ya enriquecemos las críticas surgidas con
el fragor del primer lanzamiento de esta lid y que a esta altura solo nos han
creado más lagunas en lo que está por venir.
Tomando a Pinar del Río como punto de
partida en este epítome vemos reflejadas muchas de las carencias que ha tenido
este campeonato y que al parecer la comisión nacional pone su mejor esfuerzo en
que continúen.
De los primeros retoques para “la epifanía”
tenemos situaciones como la calidad del juego y su respectiva repercusión para
el público.
1- Los
terrenos a pesar del esfuerzo de las direcciones de deportes en las provincias
están en condiciones aceptables para jugar béisbol. Bajo un sol caribeño se
juega sobre la grama y con los normales cambios climáticos de estas fechas, los
drenajes dejan su huella al final, como nuestro Capitán San Luís que es un
arado en la zona central de los jardines.
2- El
poco variable horario de la tarde impide el buen rendimiento de los atletas por
el cansancio que provoca nuestro Astro Rey, y sin tener tiempo de entrenar las
deficiencias del día anterior, más la alimentación fuera de su horario, llevan
un mediocre espectáculo al inconsistente público que rebusca entre sus
funciones de la jornada diaria un momento para seguir su pasatiempo.
3- Al
cubano que de pelota no hay que darle mucha explicación, ve como las personas
que están a cargo de la dirección de sus equipos cometen errores garrafales a
la hora de tomar decisiones durante el juego, afectando emocionalmente a sus discípulos
y demostrando que por haber sido gran atleta no tienes que ser un buen
entrenador o director, algo que en vez de analizarse se potencia. (Se va a
crear “La escuela cubana para directores de béisbol”. ¿Por qué calle se llega?)
4-
Los
árbitros que “imparten su justicia” van desarticulando el ritmo de los juegos
por sus continuas decisiones erróneas y con ello el accionar de los
protagonistas se descontrola, dando en ocasiones el peor de los ejemplos. (La
escuela cubana de arbitraje. ¿Quién controla al controlador?)
5- Los
atletas que llegan al nivel mayor de nuestra pelota, arriban a ella con
deficiencias en su técnica y pensamiento táctico. Sin un nivel intermedio donde
pulir sus carencias, ya que en el banco si no eres apadrinado ni al puesto le
pueden dar brillo, se tardaran muchos innings para alcanzar un nivel apropiado,
y esto crea un agujero enorme entre las generaciones que están pidiendo su hora
y las que quieren poner en marcha su reloj. (La liga de desarrollo, paso al sub
desarrollo desde que nos aislamos por ser los mejores).
Y esta estructura de dos divisiones
con los jugadores brincando de un lado a otro por las lesiones o indisciplinas
de sus colegas, las estadísticas alocadas y “las erupciones” de la dirección
nacional de la pelota, según convenga ante las continuas incongruencias
surgidas de su pirómano calendario y estructura, es de lo peor que se ha hecho
en la historia del rey de los deportes en Cuba, comparado con las nefastas
retiradas forzadas de grandes jugadores en los finales de siglo pasado y
comienzos de este. (La fórmula para revitalizar nuestro béisbol ¿la hacen científicos,
magos o brujos?)
1- En
contradicción con lo que tratamos de profesar se han registrado niveles
elevados de indisciplina y violencia durante el campeonato, comenzando por la
jefatura nacional del deporte en cuestión, la cual habla, escucha y ve lo que
le conviene y de ahí que los managers al dar los malos ejemplos con gritos o lanzamientos de tierra a los oficiales del
encuentro (el adminículo
está ha elección del usuario), ponen entre las manos de los jugadores dinamita
para rebatir la autoridad, cuando muchos no conocen completamente el reglamento,
y los que salen perdiendo somos los aficionados.
2- El 3er Clásico Mundial fue un arma de doble filo que nos cortó una arteria. Aparte
del parón que desestabiliza el funcionamiento de nuestro torneo, parecía que un
viaje a San Francisco y una victoria ante los samuráis tendría un efecto
curativo en las heridas que han dejado las batallas internacionales, pero
sangraron muchísimo en buenos combates. Japón sin su mejor versión y en un
juego displicente nos dio un respiro después que Brasil con bates, pelotas y
guantes nos anotara varios goles en su derrota. Seguidamente de la guasona
victoria sobre China y el similar resultado ante un gran animador como Taipéide China, reprobamos una vez más la asignatura en historia de molinos holandeses, la que parecía habíamos
aprendido y era el tributo perfecto al sacrificio que se le hizo al evento
deportivo, cultural y político más importante en La Mayor de las Antillas, la
Serie Nacional de Béisbol. (Víctor Mesa fue fiel a su filosofía y personalidad,
con apoyo y las herramientas que escogió, y ahí está el resultado.
Victourinho.)
Creo que hay cosas rescatables en lo
que se ha hecho, pero eso queda para otro momento. Por si aparece otra que
ayude a estar cerca del aprobado.
Escrito por Alejandro Céspedes para DePinar